Lugo es una de las ciudades más conocidas de Galicia. Si quieres descubrir sus playas, te aconsejamos la Praia das Catedrais, o Playa de las Catedrales. En ella apreciarás las montañas verdes y se encuentra en Ribadeo.
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Lugo cuenta con una gran variedad de bares y restaurantes. Te encantará su gastronomía, sobre todo, el pulpo a la gallega o pulpo á feira. “Dos maneras de llamar a un plato tradicional de pulpo hervido aliñado con aceite, pimentón y sal, que puede ir o no acompañado de patatas”, explica el cocinero Gorka Rodríguez.
El pulpo es idóneo para las personas que siguen una dieta baja en calorías, porque tiene pocas grasas y unas 86 calorías por cada 100 gramos.
Puedes comprar pulpo todo el año, pero su mejor momento es entre septiembre y abril, durante los meses de reproducción.
Es un alimento rico en yodo, mineral que regula el metabolismo, favorece el mantenimiento del nivel de energía, el fortalecimiento del pelo y es necesario para el correcto funcionamiento del tiroides.
El diario ABC informa que «se aprecian en él una gran cantidad de minerales, como el calcio, y vitaminas A y B3″.
No te vayas de Lugo sin probar el pulpo a la gallega. Decía Álvaro Cunqueiro, narrador de la gastronomía gallega, que el pulpo “quiere ser comido a la sombra en verano, con un buen pedazo de pan para rebañar en el plato”.
En la época estival las pulpeiras acuden a las romerías y fiestas gallegas. Allí hierven los pulpos en unos grandes calderos de cobre, después los trocean y los colocan sobre un plato de madera para espolvorearlos con sal gorda, pimentón y regarlos con aceite de oliva.
Puedes comerlo con palillos o probarlo sobre unas patatas tiernas cocidas (cachelos). El pulpo común, Octopus vulgaris, se captura en Galicia desde el período romano, «aunque probablemente desde mucho antes», informa un estudio académico, realizado por los investigadores Rafael Bañón, Jaime Otero y Alexandre Alonso.
Los autores del artículo académico «El cultivo tradicional de pulpos frente a la costa gallega: historia y dinámica actual», que ha publicado el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), junto a Quadralia.
«Los cefalópodos suponen una importante fuente de alimentación humana, siendo uno de los recursos marinos más intensamente explotados a nivel mundial», explican los autores en el artículo.
Desde comienzos del siglo pasado las descargas de pulpo en los puertos gallegos se sitúan en torno a las 2.000-4.000 toneladas al año, pero desde mediados de los años 50 hasta finales de los 70, se alcanzaban las 16.000 toneladas al año.
Los investigadores explican que este estudio «proporciona nuevas perspectivas sobre la dinámica actual de la flota dedicada a una importante pesquería de pequeña escala que debería ser útil para la revisión de la gestión actual del recurso y el desarrollo e implementación de nuevos planes de evaluación y manejo para el pulpo común en Galicia».
El nombre (polbo á feira, en gallego) vendría de las ferias agrícolas y se repartía en el monasterio de Oseira, en Orense. En el siglo XII el aristócrata Diego Arias inició la costumbre de distribuir pulpo entre la población.
Al ingresar en un convento, debió renunciar a todos sus bienes materiales y a las cantidades de pulpo seco que los marineros de las Rías Baixas debían entregarle como impuesto.
Se organizaron unas fiestas en las que el pulpo se aderezaba y repartía entre la población. La receta es sencilla, pero en casa no se consigue el mismo resultado.
Esto ocurre porque los cocineros profesionales en sus locales utiliza la misma agua para cocinar muchos pulpos, por lo que el caldo es más sabroso conforme pasan las horas.
Para elaborar este plato es importante elegir el género. “Es más probable que las hembras no sean de tanta calidad porque tienen una carne más chiclosa, no tan musculada, que merma más al cocerla y en época de ovación comen poco”, cuenta Gorka.
“El tamaño del pulpo no tiene relación directa con la calidad, es como las gambas, una pequeña puede ser igual de rica que una grande”, añade.
Sin embargo, es aconsejable cocer uno de entre 2,5 y 3,5 kilos, porque más grande se complica la cocción y más pequeño no se consigue una rodaja tan bonita.
El pulpo se puede comprar congelado o fresco, pero si lo compras fresco tendrás que congelarlo una semana para romperle las fibras y así evitar que esté muy duro. Antes se utiliza la técnica tradicional de mazar al pulpo, que consistía en pegarle con un mazo o contra las rocas.
“Es muy importante limpiar bien el pulpo para que no nos quede arena o suciedad que aparezca en el momento de comerlo porque es muy desagradable”, dice el cocinero Fran Domínguez.
Las pulpeiras usan una máquina que es como una hormigonera de acero inoxidable, pero en casa puedes frotarlo bien como una camiseta debajo del grifo, tentáculo contra tentáculo.