Recuerdo que desde hace muchos años, yo creo que ya era un niño, una de mis ilusiones era viajar a Menorca. La verdad es que no sé por qué, porque no tenía familia allí ni tenía ningún vínculo que me uniera. Sin embargo, desde siempre cuando alguien me preguntaba cuál era mi destino favorito siempre decía que quería ir a Menorca. Es cierto que los años fueron pasando y mi sueño se fue desvaneciendo, eso sí yo siempre tenía en mi mente y en mi ilusión que quizás algún día pudiera ir y no sé si es porque soy un soñador, o porque al final los sueños se cumplen, pero lo he logrado, sí lo he logrado.
Tengo que reconocer que mi ilusión por Menorca era casi obsesiva. Un día recuerdo que me puse a ahorrar dinero, de euro en euro, las propinas que me iban dando mis padres y mis abuelos, para poder ir a Menorca. La verdad es que mis padres se reían un montón con esta idea mía, incluso recuerdo que había un equipo de baloncesto que se llamaba el CB Menorca, que incluso llegó a jugar en la Liga ACB, que cuando emitían partidos por televisión, yo siempre la seguía era de ese equipo y siempre pensaba que quizás, si yo fuera jugador de baloncesto pudiera llegar a vivir en Menorca. Ya se sabe que son sueños de un crío. Incluso pensaba en casarme muy joven para poder hacer el viaje de luna de miel allí.
Pero los sueños, ya os lo he dicho, al final se cumplen. Y yo logré el mío. Hace unos meses, he tenido la oportunidad de pasar un fin de semana en Menorca. La hermosa isla del Mediterráneo, así es como me gusta a mí llamarla y la verdad es que ha sido una experiencia que nunca podré olvidar.
Os voy a contar cómo ha sido mi experiencia por si queréis hacer algo similar. Llegué a la isla un viernes por la tarde, y lo hice justo a tiempo para disfrutar de la puesta de sol en una playa que era de mar blanca, creo que nunca he visto algo así. Y sí, el mar es turquesa. Como esas que puedes ver en las películas de televisión o en los reportajes. Recuerdo que me senté en la orilla y me puse a ver el espectáculo de colores mientras me relajaba. Y en ese momento me vino una pregunta la cabeza: “¿Cómo se puede ir la gente al Caribe teniendo esto en España?”. Si tú lo entiendes, me gustaría que me dieras una solución.
Un sábado muy intenso
Mi viaje en Menorca continuó con un sábado muy intenso. Por la mañana, era el momento de explorar la isla. Alquilé un coche en Menorca Rent, y recuerdo que ya me advirtieron de que tuviera cuidado porque muchos accidentes se producen porque los conductores se quedan mirando fijamente al paisaje. Y no, no es broma. Así comencé a recorrer muchos de los pueblos que hay en la isla. Además, la gente de Menorca Rent me comentaron unas cuentas islas paradisiacas y la verdad es que no me engañaron. Vaya paraíso. Pero si hay algo que me llamó la atención fue la amabilidad que tienen los menorquines. Siempre había pensado que para estas cosas eran los andaluces los que tenían más arte, pero ya he visto que no. Y por supuesto, también tuve tiempo para probar la deliciosa gastronomía local. Hay algo que no te puedes ir sin consumir, que es su famoso queso de Mahón, pero ojo con las sobrasadas. Es cierto que yo había comido alguna del supermercado, pero no tienen nada que ver con las originales de la isla.
Una vez aparcado el coche alquilado fue el momento de darme un gustazo, que para eso llevaba tanto tiempo en viajar a Menorca. Por la tarde, me monté en un barco y fui visitando unas impresionantes calas y unas cuevas escondidas que me dejaron mudo. Y sí, otra vez estaba esa agua cristalina, digno de paisaje de postal. Estaba viviendo un momento único y es ahí cuando vinieron a mi mente esas imágenes de cuando era un crío y lo que quería era viajar a Menorca.
Domingo de despedida
El domingo, antes de irme a casa, tuve la oportunidad de visitar durante la mañana el centro histórico de la capital. Se llama la zona de Maó (Mahón en catalán), y la verdad es que es muy recomendable ya que cuenta con una arquitectura colonial muy bonito. El viaje tuvo su despedida con un homenaje de comida en un restaurante muy conocido de la ciudad.
Y colorín colorado, aquí se acaba esta historia. La verdad es que estoy deseando volver porque es un viaje que recomiendo a todos aquellos que quieran vivir una experiencia única. Y no, no hace falta viajar al Caribe.